¿Cuánto sabemos de vino? ¿Seriamos capaces de responder positivamente si nos retan a identificar un vino bueno de un vino malo?

Corría el año 2002 cuando la Universidad de Hertfordshire llevó a cabo un estudio que cambiaría la percepción de algunos. Varios estudiantes de dicha universidad fueron citados para llevar a cabo el siguiente experimento. Algunos se describían como bebedores asiduos de vino, otros esporádicos y, algunos otros, como bebedores con un nivel experto.

La situación sería la siguiente: Entras en un cuarto vacío con sólo una silla, una mesa blanca y dos copas encima de esta. Te sientas. Entra un señor con dos botellas tapadas y te sirve uno de ellos en cada copa. La única información que te da es que un vino vale 3€ y el otro vale 50€. ¿Serías capaz de identificar el vino caro del vino barato? Pues bien, tan sólo el 47% de las cerca de 600 personas que tomaron parte en la investigación fueron capaces de identificar el vino caro correctamente.

¿Te sorprende? A mi no.

¿Podemos confiar en nuestros sentidos al 100%?

Mi respuesta es un no rotundo. No podemos confiar en nuestros sentidos al 100%, especialmente si nuestros sentidos no están libres de estímulos exteriores que los puedan coaccionar. Y para muestra el siguiente ejemplo.

La siguiente investigación se llevó a cabo en la Universidad de Burdeos en el 2007, una de las universidades de referencia en Europa en cuanto a enología se refiere. 54 estudiantes se dieron cita en dicha Universidad con el reclamo de que se iban a catar dos vinos excepcionales y todo ello sería una cata a ciegas.

Pues bien, cada catador se encontró delante dos copas de vino, una copa de vino blanco y una copa de vino “tinto”. Tinto lo entrecomillo porque lo que en realidad tenían delante eran dos copas de vino blanco, una de ellas con colorante y el otro tal y como salía de la botella. El gráfico que se puede leer abajo es el resultado de este estudio.

La gran mayoría de estudiantes cataron y analizaron los vinos sin la menor sospecha de que ambos fueran el mismo vino e incluso identificaron en el vino blanco con colorantes notas y sabores solamente presentes en vinos tintos.

Perfectamente nos veríamos con la libertad de decir que estos estudiantes, muchos de ellos de la propia Universidad de Enología de Burdeos, no tienen tan altos conocimientos y que, probablemente, sus conocimientos se podrían calificar de escasos. Pero este no es el caso. Sus sentidos engañaron por completo a su cerebro y este actúo en concordancia a lo que veía delante suya. Probablemente los sentidos del olfato y del gusto le estaban diciendo al cerebro que era imposible que pudiese oler notas características de los vinos tintos pero, aun así, el cerebro hizo oídos sordos.